domingo, 25 de abril de 2010

Brazo de gitano de mermelada de tomate

Sigo sin fotos. Sorry, pero ahí va la receta. Os aseguro que la he hecho y probado y nadie ha protestado

Bizcocho:

- 90 gr de harina
- 90 gr de azúcar
- 3 huevos

Sirope:

- Un chorrín de agua-
- Un chorro de amaretto (u otro licor)
- Azúcar

Crema de mascarpone:

- 250 gr de mascarpone
- 40 gr de azúcar

- Un bote (o algo menos) de confitura o mermelada de tomate

Para el bizcocho:

Precalentar el horno a 180 ºC
Separar las claras de las yemas
Subir las claras a punto de nieve
Añadir las yemas con cuidado
Añadir el azúcar
Añadir la harina

Extender sobre el papel sulfurizado que hemos puesto antes sobre la bandeja del horno
Horno: 180 ºC ; 8 ó 10 minutos

Sacar del horno y enrollar el bizcocho en su papel con cuidado de no quemarnos. Reservar para que se enfríe un poco

Aparte, preparar el sirope (hay diferentes formas de hacerlo; yo lo hice mezclando los ingredientes en frío para no perder tiempo)
Mezclar el mascarpone con el azúcar indicada

Desenrollar el bizcocho
Calar con el sirope con la ayuda de un pincel de cocina
Extender bien la crema de mascarpone (dejar libre un trozo del final para que no se nos salga todo al enrollar).
Extender la mermelada de tomate sobre el mascarpone
Enrollar y envolver en paño húmedo o papel film
Y meter a la nevera

Y es todo. Sólo queda comérselo

viernes, 23 de abril de 2010

Día del Libro

Hoy, 23 de abril, festividad de San Jorge-Sant Jordi, celebramos el Día del Libro. Yo propongo que, además de un libro y una rosa, obsequiemos a las personas queridas con un buen postre.
Mi modesto regalo de hoy a través del blog es un enlace a una entrada de libros y comida, aquí. Es un fantástico blog este de "Soñando cuentos". Que os aproveche y feliz día.

jueves, 15 de abril de 2010

Tostas de mermelada de tomate y sardina

Nuestra amiga Anita Cocinitas acaba de publicar una sencilla y sorprendente receta de una vinagreta que contiene ¡mermelada de tomate! La idea me parece genial. Como esta mermelada no es de uso muy frecuente, os propongo otra utilidad que le podéis dar a la mermelada que no uséis en la vinagreta (aunque sin foto, es que no me da tiempo a nada, lo siento).

Necesitamos:

- pan tostado (yo prefiero tostas delgaditas, redondas o rectangulares);
- queso crema (Philadelphia o similar);
- mermelada de tomate;
- sardinas en aceite

Es bien sencillo:

- Untar las tostas con el queso
- Añadir una capa de mermelada
- Abrir las sardinas por el centro, en sentido longitudinal (a lo largo), y quitarles la espina central;
- Distribuir los trozos de sardina sobre la mermelada.

Y ya está listo para servir y comer. Un entrante sencillo y rico.

martes, 30 de marzo de 2010

Masa para empanadillas

Las empanadillas de tomate, atún y huevo han sido un recurso gastronómico muy típico de la Semana Santa en mi pueblo, hechas en el horno del pueblo, donde iban las mujeres a hacer la masa, rellenarla y cocerla. Ahora eso es impensable, pues los dueños suelen dedicarse a hacerlas y venderlas ellos mismos, y entiendo que es un lío hacer lo que se hacía antes.
Luego apareció este producto, la masa ya preparada, congelada o refrigerada, que se solía utilizar mucho para rellenar y freír. Nuestra forma de hacer las cosas cambia y ahora preferimos lo horneado (ahora que casi todo el mundo tiene horno en casa) a lo frito (que resulta un poco inconveniente, por unas u otras cosas: régimen de adelgazamiento, colesterol, azúcar o lo que sea).
Esa masa de marca "La cocinera", refrigerada, que es la que yo conozco, da muchísimo juego en la cocina, tanto para fritos como para horno. El futuro bloguero nos contaba hace nada cómo hacer unas riquísimas tartaletas de frutas, sin ir más lejos. O Anita Cocinitas, que las incluía en una original ensalada. El pasado fin de semana yo me atreví con un inventillo de los míos.

EMPANADILLAS DE LANGOSTINO Y CHAMPÑÓN AL CURRY

- Langostinos (yo preparé uno por cada lámina de masa)
- Champiñones
- Un paquete de masa "La cocinera"
- Curry al gusto

- Cocer los langostinos durante unos minutos (entre 3 y 5 minutos), con un poco de sal, pimienta molida y una hoja de laurel
- Escurrir y dejar enfriar
- Cortar los champiñones y rehogar en sartén
- Una vez fríos, pelar los langostinos y trocear
- Agregar a la sartén con los champiñones y calentar
- Echar un chorro de vino blanco, curry al gusto y probar de sal

La mezcla ya está lista.
- Distribuir, poniendo un montoncito en el centro de cada lámina de masa y cerrar dándole forma de empanadilla.
- Sellar los bordes con un tenedor.
-Pintar con huevo batido y meter al horno, siguiendo instrucciones del paquete (el tiempo es de unos 10-15 minutos)

El resultado es estupendo. Toman un color dorado y brillante muy apetecible. Hay mil posibilidades. Y siempre se puede recurrir a esta masa para las empanadillas tradicionales de las que hablaba al principio, si no tienes tiempo ni ganas de hacer la masa con harina.

Si se os ocurre alguna otra idea, y no os da mucha pereza, agregadla en los comentarios. Ah, y perdonad la ausencia de fotografías. Simplemente, es que no me da tiempo

Feliz Semana Santa

viernes, 5 de marzo de 2010

Dos ensaladas

Comentaba hace unos días en otro blog que vivimos una revitalización importante de la ensalada, cada día más creativa, arriesgada y original, a la que enriquecemos con ingredientes impensables hace unos años. Buena noticia, por supuesto. Así es que hoy os voy a dar las recetas sencillas de dos sencillas y ricas ensaladas (sin fotos, lo siento mucho, pero estoy tirando de archivo)

ENSALADA TEMPLADA DE SETAS Y ANGURIÑAS

- Mezclum (o mix) de ensalada en bolsa
- Mezclum de setas congeladas
- Un paquete de anguriñas (o gulas)
- aceite, sal, vinagre, pimienta molida

* Verter la ensalada en el recipiente en el que se va a servir,
* Aliñar un poco
* En una sartén, calentar un poco de aceite y rehogar las setas, añadiendo un poco de sal y pimienta (ésta es opcional)
* Una vez hechas, dejar templar unos minutos y añadir a la ensalada
* En la misma sartén, si se quiere, calentar las anguriñas en un poco de aceite
* Dejar templar unos minutos y verter sobre la ensalada
* Mezclar y servir

ENSALADA DE LANGOSTINOS Y VINAGRETA DE JENGIBRE

- Mezclum de ensalada
- Langostinos congelados (yo suelo calcular 3 ó 4 por comensal)
- aceite de oliva, vinagre balsámico de Módena, salsa de soja, jengibre en polvo

* Cortar y reservar las cabezas de los langostinos (con ellos se puede hacer una salsa que podemos utilizar para otro plato; si no se van a utilizar, se pueden dejar en el congelador de nuevo)
* Poner agua a calentar. Cuando hierva, añadir sal, una hoja de laurel y pimienta molida
* Añadir los cuerpos de los langostinos sin descongelar y dejar hervir unos minutos (4-5)
* Escurrir y dejar enfriar
(Pelar cuando estén templados)
* Preparar la vinagreta mezclando el aceite, el vinagre, la salsa de soja (que le da el toque salado) y un poco (más bien una pizca) de jengibre. Probar hasta que esté al gusto
* Verter el mezclum en el recipiente donde se va a servir
* Aliñar con la vinagreta
* Añadir los langostinos pelados
* Servir

Si no se dispone de langostinos, o se nos salen de presupuesto, la vinagreta es perfecta con la ensalada sola.

En fin, a disfrutar con las ensaladas, y ahora más, con ese gran invento que son las ensaladas preparadas y empaquetadas, que te resuelven muchísimo la vida.

lunes, 1 de marzo de 2010

Islandia


Como hemos cambiado de mes, he cambiado también la imagen de la cabecera. Y ésto es lo que se me ha ocurrido poner: la impresionante laguna glaciar del mayor glaciar de Islandia. Un país maravilloso que visité el pasado verano y en el que casi quemo la cámara de fotos en 7 días. Guardo más de 800 imágenes de este país, en el que disfruté muchísimo. Lo que veis justo encima de estas lineas es Vik, aunque la fotografía ha perdido bastante calidad al pegarla aquí.
¿Que cómo se come por allí? Pues yo comí bien, tratado como un turista de lujo. Pudimos comer de todo, aunque tienen que importar la mayoría de los productos que consumimos habitualmente, especialmente frutas y verduras. Me gustó mucho el salmón ahumado (más bien ultra-ahumado, pues ya huele a humo cuando te lo están acercando a la mesa), algunas tartas que probé (preparaos porque cualquier día os cuento cómo hago la tarta de trufa y pera que probé allí), y una cena extra en el Hilton de Reikjavik. El helado que probé en Akureiry no me gustó, no tenía color ni sabor, aunque la guía decía que era el mejor de Islandia.
¿Y qué pasó en el Hilton? Pues resulta que era nuestro hotel para la última noche del viaje, en Reikjavik. Como había overbooking, nos desplazaron a otro de igual categoría (muy bueno también) y en compensación nos invitaron a una cena en el restaurante del Hilton, en plan Nueva Cocina Nórdica, con chef de renombre en el mundo escandinavo y emplatado a la vista de los clientes. Pudimos probar un fantástico cordero islandés, excelentemente cocinado, frailecillo (o algo así entendimos), bacalao y otros pescados de la zona, y yogur islandés con arándanos, entre otras cosas.(En otras cenas, también pude probar el tiburón, con un sabor a amoníaco que desanimaba a la mayoría, y el reno).
Tan amables fueron con nosotros que nos ofrecieron la posibilidad de llevarnos hasta el centro de la ciudad en taxi. De modo que acabamos a altas horas de la madrugada cantando y bailando en pafetos con música en directo y un ambiente fantástico, bebiendo cerveza islandesa. Como hablan inglés con fluidez y sin complejos, y además estaban un poco cocidillos, fue una gozada compartir esa noche con gente local, que normalmente queda fuera del circuito turístico.
De modo que guardo estupendos recuerdos de aquellos días. Aunque sale un poco carillo, os lo recomiendo como destino de viaje, sin dudarlo un momento.
Seguiré blogueando; quedan cosas pendientes.

sábado, 27 de febrero de 2010

Platos de nombre largo + galletas de queso con textura de chicle


Cuando empecé a cocinar tímidamente, convocaba a mis familiares o amigos y les ofrecía con mil reservas lo que con todo esmero había preparado. Bien es cierto que casi siempre salía bien, pues medía con minuciosidad lo que hacía, probaba la receta antes y no lo preparaba para los demás hasta que no había hecho la prueba, revisado los errores, rectificado tiempos o cantidades y cuando tenía cierta confianza en que ese plato no envenenaría a nadie o no les haría pasar una terrible noche de acidez y vigilia. Poco a poco me he ido confiando un poco, aunque casi todo menú tiene alguna sorpresa, algún plato con el que convierto a mis comensales en conejillos de indias.

En las ocasiones importantes, aunque cada vez con más frecuencia, me tomo la molestia de redactar el menú de lo que van a comer, con cierta calculada rimbombancia, acordándome del desdén con el que se hablaba a veces de los menús franceses, de platos con nombres largos y alambicados, de los que no entendíamos una sola palabra. Algo que, por cierto, ya se ha convertido en habitual en la muy interesante gastronomía española. Yo suelo poner unas copias del menú sobre la mesa, aun a riesgo de ser tachado de petulante. Me da un poco de corte, pero para mí forma parte de la fiesta, del espectáculo, de la provocación y deleite de los sentidos que quiero que contengan mis pequeños festines. Yo creo que el lenguaje, las palabras, activan el apetito, generan expectativas, ilusiones, asociaciones con sabores, momentos, recuerdos,... antes de que se vea el plato que se va a devorar.

El suplemento cultural de El País, Babelia, publicó ayer un artículo de Emilio Lledó, en el que dice: "El lenguaje abre las puertas a la razón y la vida". Las palabras están llenas de una antigua y poderosa fuerza que convoca aquello que designa y dispone su aparición. Genera su presencia virtual. Para mí las palabras tienen un poder extraordinario, una fuerza que mata o hace vivir, que oscurece la vida o la ensalza. Y claro, también por eso me gusta darme el pegote y clavar nombres creativos, divertidos y muy descriptivos a mis platos. De ahí vienen, por ejemplo, estas “galletas de queso con textura de chicle”, resultado de un error de tiempo en horno al hacer la sencilla receta de mi amiga Eugenia. Salvado el rollo, aquí tenéis la receta.



Ingredientes:


  • 1 paquete de queso rallado que funda bien (a mí me gusta el “4 quesos” de El Caserío.

  • Tomillo, romero,... (opcional)


Precalentar el horno

Poner un trozo de papel vegetal sobre la bandeja del horno

Hacer 12 montoncitos sobre el papel, evitando que estén muy cerca.

Añadir por encima tomillo, romero, u otras hierbas (podéis probar con otras, a ver qué pasa)

Meter al horno: 200 ºC, posición gratinado, altura de bandeja en horno la inmediatamente superior a la del medio, tiempo 8-10 minutos


Así de sencillo. Seguramente pensaréis que para esto menudo paripé que he montado, pero es lo que hay. Como a mí me encanta el queso (prácticamente todos; dejo al margen las horribles tranchetes para sandwich), estas galletas, que suelen quedar crujientes por los bordes y gomosas por el centro, me van mucho. Es un entrante sencillo, resultón, juguetón y... además aprovechas que el horno está caliente para otra cosa que has cocinado y lo sacas a la mesa para que los invitados e invitadas vayan calentando motores.