sábado, 27 de febrero de 2010

Platos de nombre largo + galletas de queso con textura de chicle


Cuando empecé a cocinar tímidamente, convocaba a mis familiares o amigos y les ofrecía con mil reservas lo que con todo esmero había preparado. Bien es cierto que casi siempre salía bien, pues medía con minuciosidad lo que hacía, probaba la receta antes y no lo preparaba para los demás hasta que no había hecho la prueba, revisado los errores, rectificado tiempos o cantidades y cuando tenía cierta confianza en que ese plato no envenenaría a nadie o no les haría pasar una terrible noche de acidez y vigilia. Poco a poco me he ido confiando un poco, aunque casi todo menú tiene alguna sorpresa, algún plato con el que convierto a mis comensales en conejillos de indias.

En las ocasiones importantes, aunque cada vez con más frecuencia, me tomo la molestia de redactar el menú de lo que van a comer, con cierta calculada rimbombancia, acordándome del desdén con el que se hablaba a veces de los menús franceses, de platos con nombres largos y alambicados, de los que no entendíamos una sola palabra. Algo que, por cierto, ya se ha convertido en habitual en la muy interesante gastronomía española. Yo suelo poner unas copias del menú sobre la mesa, aun a riesgo de ser tachado de petulante. Me da un poco de corte, pero para mí forma parte de la fiesta, del espectáculo, de la provocación y deleite de los sentidos que quiero que contengan mis pequeños festines. Yo creo que el lenguaje, las palabras, activan el apetito, generan expectativas, ilusiones, asociaciones con sabores, momentos, recuerdos,... antes de que se vea el plato que se va a devorar.

El suplemento cultural de El País, Babelia, publicó ayer un artículo de Emilio Lledó, en el que dice: "El lenguaje abre las puertas a la razón y la vida". Las palabras están llenas de una antigua y poderosa fuerza que convoca aquello que designa y dispone su aparición. Genera su presencia virtual. Para mí las palabras tienen un poder extraordinario, una fuerza que mata o hace vivir, que oscurece la vida o la ensalza. Y claro, también por eso me gusta darme el pegote y clavar nombres creativos, divertidos y muy descriptivos a mis platos. De ahí vienen, por ejemplo, estas “galletas de queso con textura de chicle”, resultado de un error de tiempo en horno al hacer la sencilla receta de mi amiga Eugenia. Salvado el rollo, aquí tenéis la receta.



Ingredientes:


  • 1 paquete de queso rallado que funda bien (a mí me gusta el “4 quesos” de El Caserío.

  • Tomillo, romero,... (opcional)


Precalentar el horno

Poner un trozo de papel vegetal sobre la bandeja del horno

Hacer 12 montoncitos sobre el papel, evitando que estén muy cerca.

Añadir por encima tomillo, romero, u otras hierbas (podéis probar con otras, a ver qué pasa)

Meter al horno: 200 ºC, posición gratinado, altura de bandeja en horno la inmediatamente superior a la del medio, tiempo 8-10 minutos


Así de sencillo. Seguramente pensaréis que para esto menudo paripé que he montado, pero es lo que hay. Como a mí me encanta el queso (prácticamente todos; dejo al margen las horribles tranchetes para sandwich), estas galletas, que suelen quedar crujientes por los bordes y gomosas por el centro, me van mucho. Es un entrante sencillo, resultón, juguetón y... además aprovechas que el horno está caliente para otra cosa que has cocinado y lo sacas a la mesa para que los invitados e invitadas vayan calentando motores.




lunes, 22 de febrero de 2010

Mejillones en gelée de agua

A petición de una buena amiga bloguera y cocinera, explico hoy esta receta. Inspirada en un recetario que me pasaron de un curso de tapas (que yo no pude hacer), hice los cambios que me pareció oportuno y aquí está el resultado (sin foto, lo siento)

Ingredientes:

- mejillones (o clóchinas, como les llamamos por aquí), en cantidad adecuada al número de comensales;
- pimentón dulce;
- pimienta molida o en grano (depende del gusto o de lo que tengas en casa);
- 2 dientes de ajo;
- un trozo de limón
- 2/3 láminas de gelatina (las que suelo gastar yo son marca Vahiné o Mandarín)

Limpiamos y lavamos bien las clóchinas, cortando las barbas y rascándolas bien, si se desea con un cepillo de esos de cocina, y las metemos en una cazuela, sin secarlas.
Añadimos el pimentón, la pimienta, los ajos enteros sin la piel, el limón (o aquellas cosas que les suelas poner)
Tapamos y ponemos al fuego durante unos minutos, de modo que se abran al vapor.
Sacamos y dejamos templar o enfriar
Desechamos las cáscaras y ponemos la carne del mejillón en un recipiente no muy hondo (dos platos soperos me sirvieron), de modo que no se toquen entre sí
El caldillo que ha quedado en la cazuela se filtra para eliminar restos de pimienta, impurezas, etc.
Ponemos a remojar las láminas de gelatina en agua fría durante unos 5 minutos
Templamos el caldo (si es necesario), deshechando una parte si nos parece demasiado, y le añadimos la gelatina, disolviéndola bien
Vertemos en los platos donde hemos puesto los mejillones con cuidado de que no se desplacen mucho
Metemos a la nevera hasta que gelatinice
A la hora de servir, cortar la gelatina con un cuchillo o borde de otro cubierto alrededor de cada uno de los mejillones (aprox. 1 cm. por cada lado) y poner en un plato llano sobre una cama de tomate natural rallado y sazonado con un poco de sal y aceite de oliva (aunque ésta es sólo una sugerencia de tantas).

Y ya está. A servir y a comer. Una tapa rica, rica. La verdad es que a mucha gente de la que conozco le gustan los mejillones, pero el caldillo que queda al cocerlos les apetece mucho. Sin embargo, nos solemos cortar bastante en reunión y hacemos tímidas intentonas de probarlo. Esta es una solución para que podamos disfrutar, con otra textura y otra temperatura, del sabor de ese caldillo.

Mañana seguiré con las "galletas de queso con textura de chicle" (ya veis que me gusta poner nombres rimbombantes a los platos; algún día explicaré el porqué)

domingo, 21 de febrero de 2010

Fin de semana sin comer

Como bien dice el refrán,"días de mucho, vísperas de nada". Si el fin de semana pasado me lo pasé cocinando y comiendo, éste he decidido pasarlo en la ciudad y dedicarme a recuperar el tiempo perdido, aun a costa de comer de mala manera, que de todo hay que hacer. Sé que no voy a hablar apenas de cocina, pero como me gusta contar cosas, ahí van.

El viernes, aterrizo y, antes de llegar a casa, me compro una palmera cubierta de chocolate y me meto en un cine a ver "Invictus", la última de Clint Eastwood. Basada en "El factor humano" de John Carlin, nos cuenta una vibrante historia de entrega, generosidad y compasión para lograr la paz y la convivencia en Sudáfrica. Morgan Freeman está sensacional como Nelson Mandela y Matt Damon le da la réplica de manera excelente. La historia es emocionante a tope, cada intervención de Mandela es memorable, y renueva la esperanza de que algún día podamos vivir en paz en este planeta. Además, es una historia real. Muy recomendable. Debería ser de obligada visión. Si algunos personajes públicos pudieran aprender algo de la misma, tal vez podríamos avanzar y resolver muchos de los problemas que nos acucian.

Me voy pitando a dejar los trastos en casa. Sin cenar, a las 9 de la noche comienza la actuación de Miguel Poveda: auditorio a tope, público con ganas de flamenco, musicos excelentes, arreglos brillantes y arriesgados, un gran espectáculo y la fascinante voz de Miguel Poveda. Un cantaor nada convencional, inteligente, innovador, siempre buscando una nueva vuelta de tuerca, un "más difícil todavía". En su último disco, le ha tocado revisar la copla, darle aires flamencos, y hasta de jazz. Basta que abra la boca para emocionarme. ¡Qué lujo tener a Poveda, qué lujo tener tan a mano en nuestro país este mundo difícil, no diré que no, pero fascinante que es el flamenco! Miguel estuvo entregado, generoso, cercano, persona y genio. Un gustazo.

Cuando llegué a casa poco antes de las 12 de la medianoche, me conformé con una lata de sepias.

El sábado, junto a unos amigos, me endilgo una sesión doble de teatro: a las 18 horas, "Calígula" de L'Om Imprebís, una compañía valenciana que me ha entusiasmado en otros montajes, como "Quijote" o "Galileo". No fue el caso de éste, que no pasó de la corrección como tónica general. Después de cenar unas pulguitas en una franquicia, vimos "Dos menos", blandísimo texto con dos actores grandes: Héctor Alterio y Pepe Sacristán. Ambos merecen el mayor de mis respetos, pero me pareció terrorífico verlos manejar un texto que no decía nada (o a mí no me decía nada) durante más de 1 hora delante de un gran teatro lleno. ¡Qué pena! ¿Qué ocurrre con la escritura teatral?

Después de unas copas en varios locales, he dedicado el domingo a descansar y hacer alguna probatina con el bizcocho XP, hoy ha tocado con mermelada de fresón polar (de Ikea) y con queso mascarpone y láminas de fresa.

Mañana o pasado, comentaré algunas recetillas.

Feliz semana a todos y todas

jueves, 18 de febrero de 2010

Bizcocho XP: un pequeño gran descubrimiento

¡Que gustazo descubrir algunas recetas! Llevo ya varias semanas blogueando y disfrutando con las amables y jugosas propuestas de Eva, Paula,... y ahora me encuentro con Anita Cocinitas y una receta tan sencilla como espectacular. Mas fácil y mas sencilla imposible, pero me ha dado una gran satisfacción. Se trata de lo que ella llama "Bizcocho de chocolate a la taza" y que podréis encontrar en su blog. Yo le voy a llamar Bizcocho XP (por lo de eXPres), aunque también me rondaba por la cabeza llamarle Bizcocho SP (por lo de "SPonge", ya que tiene una textura muy esponjosa). Le llamemos como le llamemos, se hace en 5 minutos, se cuece en ...3 minutos!!!, y se come en un santiamén. Ayer tuve un breve receso después de comer, unos 30 minutos antes de volver al trabajo. En lugar de hacer una minisiesta, empecé a enredar en la cocina mientras el resto de la familia terminaba el postre, y antes de que acabasen, allí estaba el resultado, un espectacular bizcochete. Estoy de acuerdo, como alguien ha opinado, en que tal vez no es el mejor bizcocho de chocolate del mundo, pero para mi es el mas divertido, el que me hace recuperar la sensacion de que la cocina es alquimia, magia y hasta un poco de brujería. Me sentí un poco como un Harry Potter de los fogones, y me fui a trabajar tan contento, con ganas de regresar y probarlo. Es ideal para un desayuno o merienda de emergencia (como explica Anita) o para hacer un espectáculo improvisado para entretener a tus hijos, sobrinos o hijos de amigos, y de paso darles de merendar. Es decir, para disfrutar y sorprender con la magia de la cocina.
Agradezco a Anita que lo comparta con los demás y también a sus antecesores en la receta (ver el post). A mi ya se me ocurren hasta 6 formas diferentes de servirlo para optimizar sus bondades (en la linea mermeladas, crema de vainilla, de queso, de fruta,...). Ay, veo que me van a faltar días para experimentar tantas cosas buenas. Prometo contaros mis experimentos con este Bizcocho XP (fotos incluidas) en próximas entregas. (Y perdonad la ausencia de algunas tildes, es que no me va muy bien el PC).

lunes, 15 de febrero de 2010

Fin de semana en la cocina

Toda la semana he estado liado, pensando en tener un rato libre para cocinar. Al fin he conseguido un fin de semana tranquilo para cocinar y enredar en los fogones. Comento un poco lo que he hecho.
VIERNES
Empiezo con un buen entrante: mini-quiches de jamon york y queso (excelente receta de Eva). Yo le puse queso Stilton, que me recuerda mucho a nuestro Cabrales. Hay que poner una cantidad muy moderada, que le da un sabor potente y rico.
SABADO
Como tenia unos invitados muy especiales a cenar, unos amigos a los que hacia tiempo que no veia, me dedique en cuerpo y alma a prepararlo todo con esmero. Este fue el menu que les ofreci:

- Ensalada de langostinos con vinagreta de jengibre
- Galletas de queso con textura de chicle
- Mejillones en gelee de agua (esto era la primera vez que lo hacia, medio inventado, pero les gusto mucho)
- Fideua de setas y foie
- Bacalao confitado y gratinado con all-i-oli sobre salsa de langostinos y berberechos
- Natillas caseras con manzanas tatin

De vino, un Alto Cuevas blanco, de Las Cuevas-Utiel-Valencia. Y un tinto Solo, de Bodegas Aranleon, de Los Marcos-Venta del Moro-Valencia.

Entre vuelta y vuelta, hice un pan que copie del blog Con las zarpas en la masa, aunque tambien me compre el libro, que parece muy interesante. La verdad es que no salio mal para ser la primera vez, pero la masa no subia ni a tiros.

DOMINGO
Venia casi toda mi familia a comer. Algo estresado, les prepare:
- ensalada
- lasaña de bacalao y verduras
- canelones de berenjena (tambien de El Blog de Eva, ver enlace mas arriba)
- el mismo postre de la noche anterior, del que hice cantidades industriales

Por la noche, convoque a unos cuantos amigos a una cena improvisada y frugal:

- ensalada
- lomo de cerdo adobado en casa a la plancha
- mini quiches de york y queso
- natillas

De vino, rosado Celin, de Caudete de las Fuentes - Valencia.

Y eso fue todo. Acabamos viendo la entrega de los Goya, y nos retiramos prontito. Si tienes interes por alguna receta o por algo en concreto, dejalo en los comentarios.

martes, 2 de febrero de 2010

El momento mágico ... con tallarines de chocolate



En ocasiones, nos complicamos con recetas complicadas, en las que hay que utilizar ingredientes difíciles de conseguir, con procesos de cocinado complejos y largos ... y resulta que lo más sencillo es lo que más gusta a nuestros comensales. Como soy un goloso incorregible, me gusta entretenerme con nuevas sensaciones dulces, pero si lo pienso bien, mi postre estrella, a juzgar por las reacciones de mis invitados e invitadas, son las natillas, siguiendo la receta de mi abuela y mi madre. Suele ocurrir que cuando sirvo los platos de natillas (platos soperos), y meten la cuchara dentro, la conversación, animadísima unos segundos antes, se corta repentinamente, se hace un hondo silencio y se oye un rumor colectivo de placer, de delectación, algo así como un ronroneo de felicidad; un momento mágico raro que cubre todas mis expectativas como anfitrión.
Por si alguien quiere intentarlo, ahí va esta sencilla y resultona receta. Hay quien dice que las de sobre también están muy buenas; no lo voy a discutir, pero las mías se hacen prácticamente en el mismo tiempo y el resultado es brutal.

NATILLAS DE MI ABUELA Y MI MADRE

1 litro de leche entera
8 cucharadas soperas de azúcar
4 yemas de huevo
4 cucharadas rasas de Maizena
esencia de vainilla (opcional)

Poner la leche y el azúcar a calentar, reservando medio vaso .
Disolver la maizena en la leche reservada de modo que no queden grumos.
Añadir las yemas de huevo y mezclar bien.
Cuando la leche de la cazuela hierve, añadir la mezcla anterior pasándolo por un colador.
Bajar el fuego, remover sin parar y dejar que hierva a fuego lento un poco.
Como opción alternativa, introducida por mí, añadir una cucharada de esencia de vainilla líquida. Yo utilizo la marca Vahiné, que encuentro con bastante facilidad en supermercados de El Corte Inglés.

Aparte de estas natillas de vainilla, a veces las hago de chocolate, naranja o caramelo.

Como me gusta innovar un poco, la semana pasada encontré una receta curiosa, y se me ocurrió que podía ser un complemento divertido para mis natillas.

TALLARINES DE CHOCOLATE

250 ml. de agua
25 gr. de cacao en polvo
20 gr. de azúcar (depende del gusto de cada uno)
3-4 láminas de gelatina

Calentar el agua en un cazo junto al azúcar y el cacao, disolviendo bien.
Poner las láminas de gelatina en remojo durante unos 5 minutos.
Sin que el líquido llegue a hervir, ya que calentamos sólamente para que se disuelva bien la gelatina, añadir las láminas y disolver bien.
Verter en un plato grande y plano o cualquier recipiente que permita extender bien y que tenga un espesor de medio centímetro aprox.
Meter en nevera y dejar que se gelatinice.

En el momento de servir, cortar en tiras similares a los tallarines y decorar las natillas.

Tampoco es la bomba, pero me gusta que la gente se divierta mientras come, se sorprenda, se deje llevar por los sentidos y disfrute al máximo. Así que estos tallarines me parecen un divertimento interesante.